¡Muchas gracias a todos! Suerte también en todos vuestros proyectos, ha sido un regalo compartir este ratito.

Es un tema muy interesante. Os cuento que los jurados suelen cambiar en cada convocatoria de los premios, así que pensar en ellos ni sirve de nada, porque no sabes quiénes serán. La literatura tiene vida más allá del lector, más allá del jurado, más allá de los certámenes. Hay que escribir por placer, por amor, por necesidad, por urgencia... pero no por ganar, no por publicar. Muchas de mis novelas están metidas en carpetas, muertas de asco, porque lo pasé genial escribiéndolas, pero son malísimas, jijiji. Hay que saber ver eso también y darles las gracias por el buen rato, pero dejarlas descansar. Nunca me presento a los concursos para ganar. Me presento para que me lean rápido. Una editorial puede tardar de media seis meses en leer un manuscrito y, si no les gusta, no te dicen ni mu. Son seis meses de sufrimiento. En cambio, los concursos se fallan rápido. Los presentas en septiembre y si en enero no te han llamado, ya sabes que no has ganado o que no les interesa tu historia. Pero a veces te llaman, y no porque hayas ganado, sino porque, aunque no sea de premio, tu obra les gusta para publicarla dentro de su catálogo. Eso es lo que me interesa a mí, colarme en catálogo.

Gracias, Elena :D Al principio sí. Al principio se la daba a leer a una tía mía y a mis padres (es que tengo la creencia estúpida de que si una novela la lee mucha gente antes que el editor, se gafa). Pero a día de hoy suelo leerla solo yo antes de mandarla a las editoriales. Sí que recomiendo que haya un desapego emocional durante las correcciones. Es decir, lo ideal es dejar un año entre la escritura y la corrección. Pero como sé que somos todos muy impacientes, hay que dejar al menos un mes antes de la primera corrección y cuatro meses con la última. Corregir durante cinco meses está bien. Ahí se genera el desapego, llegas a ver tu obra como si fuese de otro, eres capaz de ver los defectos porque ya no la quieres tanto. Así las críticas duelen también menos. Si recién salidita del horno mandamos nuestra novela y nos dicen todo lo que hemos hecho regular, nos rompen el corazón. Hay que protegerse un poquito, asumir las distancias, para vivir el proceso de corrección con mentalidad de aprendiz.

Aluciné con que se publicase en Corea. Soy muy fan de los Kdramas y para mí fue como tocar el cielo, lo confieso. Lo más emocionante es cuando te lo cuentan y después cuando te llega el ejemplar y lo ves y no te lo crees, y enciendes el traductor de google para ver qué demonios han traducido, jajajaja. Conseguir esas traducciones fue cosa de la editorial, vendió los derechos de la novela en ferias internacionales... No creo que sea necesario que una novela sea demasiado especial para ser traducida, creo que depende más del trabajo que hagan los editores con ella, de cómo la vendan.

Layla, he tenido que preguntarle a Oitmi por vuestra edad a través del chat, jajaja, porque no tenía ni idea. ¡Sois jovencísimos! Me quito el sombrero con vuestra iniciativa de compartir pasiones, ya querría yo haber tenido amigos como vosotros a vuestra edad. Tuve una adolescencia muy solitaria en cuanto a mi amor a las letras y al arte. Casi que vivía escondiendo esa parte de mí. Siempre me ha costado trabajo verme en el futuro, no sé si os pasa o es solo cosa mía. He sido capaz de guerrear a un año vista. Es decir, ponerme metas concretas y cercanas, y cuando lo conseguía, levantar la cabeza y plantearme otras concretas y cercanas. Como os he contado un poco más arriba, mi sueño era ser pintora... ¡así que fíjate! Pero sí, sí que creo que he conseguido lo que quería. No cambiaría nada, quizá volvería para decirme en voz bajita: "Confía, ten paciencia, sigue leyendo, sigue escribiendo, lo estás haciendo bien". A veces somos muy duros con nosotros mismos. ¡Y el futuro me queda muy lejos! A un año vista ya sé lo que voy a hacer, pero más allá no tengo ni idea.

Jajaja, ¡gracias, Irene! Bajamos los pies a la tierra y abandonamos el ritmo filosófico. Empecé a escribir de forma natural, porque mis padres son muy lectores y, además, fomentaron en casa una infancia muy creativa para mi hermano y para mí. Igual leíamos que pintábamos, bailábamos, cocinábamos, hacíamos teatro, manualidades, escribíamos... Entonces para mí escribir era una actividad creativa más. No fue hasta que llegué al instituto que no me lo planteé como una carrera, como una vocación. Yo iba a estudiar Bellas Artes. Quería ser pintora. Llevaba desde los seis años yendo tres horas a la semana a clases de pintura. Y por eso comencé el Bachillerato Artístico en otra ciudad. Pero, entonces, mi profe de Lengua del instituto anterior llamó a mis padres y les preguntó: "¿Pero cómo Patricia va a estudiar pintura si ella de mayor va a ser escritora?". Esa pregunta lo cambió todo. Decidí que Don Lucas tenía razón y abandoné ese bachiller para volver a letras y prepararme como escritora.

¡Hola, Inma! Ánimo con _Guerra y paz_, yo lo leí durante un verano y fue una delicia. Aunque reconozco que hay que hacer mayores esfuerzos que con otras novelas con ritmos más ligeros. Mira, te voy a recomendar realismo, pero español, _Fortunata y Jacinta_ o _La Regenta_ con joyas impresionantes de nuestra literatura. De las que quitan el sentido y se leen con un lápiz en la mano y uno se pregunta: ¿cómo lo ha hecho? ¿Cómo lo ha conseguido? Me gustan mucho los clásicos y tengo muchos favoritos, no sé si podría quedarme con uno solo, Jane Austen me fascina y su _Orgullo y prejuicio_ me parece delicioso; pero también me encanta Delibes, Sandor Marai, Alcott... ¡Y Agatha Christie que es una reina!

Hola, Oitmi :D ¡Gracias por leer _El mar_! Voy a confesarte que el narrador de esa novela es un robo absoluto a Markus Zusak en su novela para adultos _Cartas Cruzadas_. Él es quien me dio la idea para encontrar la voz de Rob. No creo que sea una voz infantil, creo que es una voz inocente, aunque claro, _el mar_ ya es tuyo y percibes lo que percibes, luego, perdóname por corregirte ahí. Pero, respondiendo ya a tu pregunta. No entiendo la división entre juvenil y adulta a no ser que hablemos de ritmo. Es decir, el lector adulto tolera más los ritmos estructurales lentos -mayor numero de descripciones, acciones emocionales más que físicas, conflictos sutiles y cotidianos, recorridos heroicos menos llamativos...-, que el lector juvenil, que busca siempre algo más de adrenalina mientras lee. Por lo demás, tanto la literatura adulta como juvenil puede tratar cualquier tema y usar cualquier vocabulario. Por ello, cuando escribo juvenil no estoy pensando en el lector, estoy pensando en mí, yo soy mi público objetivo, escribo lo que querría leer -y lo que soy capaz de escribir en ese momento de mi vida según mi madurez, claro-. En cambio, para el infantil sí que hay que tener muy presente al lector, como he comentado antes. O, por lo menos, yo lo tengo muy presente.

Gracias por tu pregunta, Rosa, me parece muy interesante lo que planteas, aunque es difícil de contestar. ¿Qué diferencia un buen libro de un mal libro? Me gusta distinguir en el arte fondo de forma. Para simplificar podemos decir que el fondo es el argumento de la novela, el tema del que trata, la historia; y la forma sería el modo en que lo cuento, la estructura que le doy, el lenguaje que utilizo, el narrador por el que opto... Para mí un buen libro es el que acierta en estas dos cosas. ¡Cuántas veces hemos leído una historia y hemos dicho: "Qué bien escrito", pero qué poco interesante! Y al revés. Considero que debe haber un equilibrio. A veces tenemos un 10 en fondo y un 8 en forma y al revés. Creo que lo que hace que un buen libro sea un buen libro es cuando se consigue la coherencia entre estas dos notas. No sé si existen criterios a tener en cuenta, pero yo siempre confío en el criterio de la limpieza, la limpieza y la limpieza. La corrección, incluso, a la hora de concebir la historia antes de escribir, el dedicar todo el tiempo necesario a la estructura de la novela. Me parece fundamental y es algo que se nota muchísimo. La estructura lo es todo, es el puente entre fondo y forma. Por lo tanto, un libro es especial cuando tiene un fondo y una forma de 10. Cuando no tengo que perdonarle nada al autor. Cuando al leer tengo esa sensación de que es un producto perfecto, como si fuese natural, como si hubiese existido siempre. No sé si me explico, ¡son unas preguntas muy difíciles! Podría estar horas hablando solo de esto.

Gracias, Jimena :) _Yo soy Alexander Cuervo_ es una novela sencilla, dulce, como se dice ahora un _confort book_. Lo escribí después de visitar una exposición sobre Houdini en Madrid. Me impresionó leer que un mago necesitaba de la competencia para crecer, necesitaba otro mago con el que retarse y que Houdini contrató a un amigo para esto. Estaba todo pactado para hacerlo a él crecer. Pensé que era el momento de escribir la novela que llevaba tiempos imaginando, esa en el que el ilusionimo y la magia real se enfrentaban. Y, ¿por qué no?, regalarle una bonita y sencilla historia de amor.

No sé si es muy difícil, Burru, pero a mí me lo parece. Escribir infantil me resulta complicadísimo. Porque no es solo simplificar el vocabulario, es que las estructuras gramaticales cambian, el tipo de narrador cambia, el ritmo, la propia estructura de la novela... ¡y eso por no hablar del número de palabras! Es demencial. Mi primera novela infantil fue un proceso complicadísimo, no sabía prescindir de nada. Admiro mucho a los escritores que se dedican solo a infantil, son como los joyeros que engarzan las piedras preciosas, las palabras, para formar las frases más perfectas, rápidas y ocurrentes. En el juvenil, en cambio, todo fluye, no hay filtro, no hay medida. Puedo ser yo durante todo el proceso, sin disfrazarme o sin pensar en el lector. Es eso, en el juvenil me olvido por completo del lector. Sale lo que sale, lo que deseo, lo que me gusta. En el infantil hay que ser mucho más consciente de todo.

¡Me organizo fatal, Layla! Jajajaja... Es un desastre, este curso especialmente. Normalmente sólo dedicaba el verano a la producción, es decir, a esa fase de sentarme ya en el ordenador. Durante el curso era capaz de corregir, concebir y planificar novelas, pero jamás de escribirlas. Este año me ha tocado aprender y todavía no sé cómo lo he hecho. Hasta ahora lo que mejor me ha ido, dentro de la vorágine, es tener un calendario anual de trabajo, ser realista a la hora de enfrentar mis proyectos y planificar el tiempo al milímetro. En ocasiones he tenido que prescindir de actividad de ocio, en periodos de alta intensidad cercanos a las fechas de entrega, pero sí que he respetado las cenas y las noches. Aunque he incorporado los madrugones. Hice un curso de gestión de tiempo para creativos en Domestika y me ayudó mucho también.

¡Oh! Bueno, seguro que puede leer las respuestas en otro momento. ¡Jimena, gracias por tus preguntas! Suelo dividir mi proceso de escritura en cuatro fases: 1. Concepción: es la fase que va desde el chispazo inicial en el que se me ocurre la primera idea hasta que he visto, más o menos, la novela completa en mi cabeza. 2. Esquemas: la fase de la libretita negra donde voy haciendo todos los esquemas que necesito para cerrar la novela, el mundo, los personajes... y poder trabajar con esto. Aquí también entra la fase de documentación. 3. Producción: la fase en la que me siento a teclear en el ordenados. 4. Corrección: el tiempo que dedico a las entre tres y cinco lecturas que doy a la novela antes de enviarla a un concurso o a una editorial. Comencé a escribir con conocimiento de causa en los últimos años de instituto. Hasta ese momento había sido un divertimento más, escribía igual que pintaba, bailaba o hacía cualquier actividad artística.

¡Hola! Yo también deseaba que llegase este ratito. ¡No hay nada como hablar de pasiones compartidas!